domingo, 27 de marzo de 2016

SÁBADO SANTO

"Dadles vosotros de comer"
-tiempo de pensar, de silencio-

-releo un artículo de Dolores Aleixandre y veo interesante copiarlo para vosotros/vosotras-


"Padre, hoy me he encontrado con una multitud venida de todas partes que me había seguido hasta el desierto, y he visto que estaban hambrientos de escucharte y verte y tocarte a través de mi. Por eso he sabido que eras Tú quien me llamaba a realizar para ellos un signo de tu compasión.
Los hice recostar sobre la hierba, como un pastor que conduce a su rebaño junto a una fuente tranquila, y me dispuse a servirles el banquete que Tú mismo habías preparado. No había mucho que repartir, y sorprendí en algunos el gesto ávido de retener lo poco que tenían  para comerlo en soledad y a escondidas. Dije a mis discípulos: "Dadles vosotros de comer" pero ellos, como casi siempre, reaccionaron haciendo cálculos a partir de sus posibilidades: "no tenemos", "esto es poco", "despídelos", "que vayan ellos mismos a comprar"... Ante cualquier imprevisto, se miran a sí mismos, miden sus propias fuerzas y se agobian por sus carencias, olvidándose de mirar hacia Ti, ABBA, que eres el manantial inagotable de todo DON.
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Un Padre que nos cuida
Por eso, cuando cogí en mis manos los panes y los pececillos y levanté mis ojos hacia el cielo, estaba queriendo orientar su mirada hacia Ti, de quien lo recibimos todo.
Luego pronuncié sobre aquellos alimentos la bendición, para arrancarlos de la esfera de la posesividad y devolverlos a su verdadero ser que es el de circular, y partirse, y generar vida, energía y convivialidad. 
Cuando empezaron a repartirlos, la gente comenzó a ofrecer lo poco que tenía, a desapropiarse de lo que llevaban y a cambiar la preocupación por su sustento por el gozo de compartir con otros. La carencia estaba siendo vencida por el derroche  y la gratuidad, y eso los igualaba, derretía muros invisibles de categorías y distancias, rompía la frontera entre extranjeros y hermanos.
Era tu vida la que estaba circulando entre ellos. ABBA, y en ese momento comprendí mejor que este deseo que me invade tantas veces de entregarles mi misma vida como alimento, como las madres a sus hijos pequeños, surge de Ti y fluye de tus propias entrañas.
No es la primera vez, Padre, en que me siento enviado a hablar de Ti como de un hogar abierto an el que esperas a tus hijos a mesa puesta, con un banquete que Tú mismo has preparado y en el que abundan manjares espléndidos y vinos de solera. Pero tu invitación no despierta en ellos deseo ni expectación, y te diría que hasta les abruma tu desmesura.
Intento explicarles que tu sueño es traer a todos tus hijos e hijas en torno a tu casa y reencontrar ahí su fraternidad perdida, sofocada por jerarquías de superioridad e inferioridad, pureza e impureza, relevancia e insignificancia. Les digo que pueden sentarse a tu mesa aunque tengan los pies polvorientos del camino, porque Tú te encargarás de lavárselos con el cuidado que lo haría una madre, pero siento que la sola posibilidad de encontrarte a sus pies y no subido en un trono fulgurante, les desconcierta y les turba.
Te presentoen mis parábolas como el amo ausente que, cuando llega y encuentra a los de su casa aguardándole, se conmueve tanto de su espera tan fiel que él mismo se pone el delantal y les sirve la cena O como el novio que se retrasa, pero que llega al fin con su séquito de amigos y las muchachas que le esperaron con las lámparas encendidas, entran con él en el festín de bodas. Me siento a comer con los que son tenidos por gentuza y provoco un escándalo que se exacerba cuando les digo: "Así es vuestro Padre".
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Hacia una nueva tierra
Me pregunto por qué se resisten tanto a relacionarse con la fiesta, el banquete, la danza y la mesa compartida y, en cambio, tienden el oído a quienes les hablan de tu poderío, tu justicia implacable, tus imperativos o tu omnisciencia que escruta hasta sus mínimas faltas.
Les digo que Tú esperas impaciente a que se vaya llenando la sala de tu festín y te quedas desolado al ver que anochece, la sala está vacía y sólo van llegando los pretextos inútiles de los que declinan tu invitación. Pero ellos se aferran a un ídolo impasible e invulnerable, exiliado en un cielo lejano y que sólo intervienen sus vidas para imponerles ayunos y lutos. 
Les hablo de tu amor y tu perdón como de un pan entregado de balde, y me recuerdan que el maná se guardaba  en el arca recubierta de oro por dentro y por fuera, protegida por las alas extendidas de los querubines.
Les cuento historias en las que , lo mismo que, lo mismo que el maná guardado para el día siguiente se llenaba de gusanos, ahora los ladrones, la polilla, el orín o la muerte inesperada van a destruir lo que acumulan afanosamente en graneros y bolsas. Pero tienen tatuado a fuego el instinto de precaución y la obsesión  por prevenir el mañana, y cuando les invito a vivir descargando en ti sus ansiedades y agobios, me miran como si hubiera perdido el juicio.
Les invito a admirar la libertad de los pájaros y a contemplar los lirios, vestidos por ti con más esplendor que el rey Salomón, pero el cálculo y la codicia les empaña los ojos y les impide prestar atención a lo que no esté referido a su interés inmediato.
Ahora, impregnados todavía con el espíritu de la Pascua, he encargado a los míos que preparen todo lo necesario para la cena. Cuando estemos reunidos en tu nombre, ABBA, para recordar que Tú sacaste de Egipto a nuestros padres y los introdujiste en la tierra que mana leche y miel, te pediré, una vez más, que los saques de la servidumbre de la posesión y los conduzcas, más allá de sus ambiciones, a esa tierra tuya de la fiesta compartida.
Ahí estaré yo en medio de ellos, partiéndoles tu pan y reuniéndoles en tu nombre. Y dejándoles como memorial que sigan dando de comer a otros "en recuerdo mío".
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 -a qué es bonito y además es verdad-
-a vuestros niños, incluso a vuestros pacientes les encantará que les conteis todo lo que nos ha contado Dolores Aleixandre-
-veo en este escrito un mensaje de esperanza y de liberación y ¿a quien no le gustaría sentirse libre ?-

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