domingo, 18 de febrero de 2018

-CUARENTA Y TRES PUESTAS DE SOL...

...o cuando "El Principito"puede dar sentido a los días-

- texto original de J. Trelis, publicado en "Las Provincias"-
-añado mis comentarios; estos irán en letra bastardilla (con permiso del autor)-

Todos los años los Magos hacen que en casa entre de puntillas un principito.
Sí, un Principito en mayúscula con el sello de Antoine de Saint-Exupery. Una locura de los reyes que tiene un valor emocional de muchos quilates, porque a veces llega de la India, a veces del Japón, a veces de alguna tiendecita de algún rincón perdido por el planeta.
El Principito habla igual quechua que sueco. O simplemente se mantiene en silencio  metido en su portada y te observa como si tú formaras parte de uno de los atardeceres que adora el personaje de Saint-Exupery.

"¿Sabes?. Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol".
El Principito asegura que en su pequeño planeta vio un día cuarenta y tres puestas de sol.
La reflexión me estremeció al releerla, por lo "verdaderamente triste" que estaría.

En el fondo, creo que vivimos sumidos en un planeta en el que estamos abocados a refugiarse en el atardecer.
Un planeta triste.
No sólo por las grandes historias -esas que hablan de guerras, terrorismo y atrocidades varias-, sino también por las pequeñas; las cotidianas, las que se viven a pie de calle: historias alicaídas...
Historias dignas de puestas de sol largas y continuas: cuarenta y tres en un día.
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Enriqueta me dice: "es difícil pensar en ti sin recodar a Tomás; sé que lo pasas mal, incluso y a pesar de las muchas atenciones que recibes".
-Sí, Enriqueta, necesito ver cuarenta y tres puestas de sol cada día...

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