sábado, 31 de marzo de 2018

VIERNES SANTO...el mayor día de duelo.

El duelo es un duro proceso en el que todos nos vemos inmersos antes o después. Perdemos cosas, roles, lugares...y también personas.

Después de haber entablado un vínculo significativo, después de vivir entrelazado...el vínculo experimenta un trauma cuando el ser querido fallece. No podemos escaparnos: o perdemos o nos pierden. Y pagamos esa extraña forma de precio por haber amado y no poder seguir queriendo de la misma manera.

En el duelo, los pensamientos, los sentimientos, las conductas...quedan afectadas por las pérdidas. El corazón se desgarra, y es posible que sintamos lo que no esperábamos ni imaginábamos que era posible sentir.

Teníamos y no tenemos. Contábamos con el ser querido, y ya no está. Le veíamos, nos tocábamos, nos decíamos cosas, nos apoyábamos, nos peleábamos...y la muerte nos lo quita. Quizá no nos dábamos ni cuenta de todo lo que significaba para nosotros el ser querido, y algunas cosas las descubrimos precisamente cuando lo perdemos.

Es personal. Lo explican los demás, hablan de ello los libros, dan conferencias, hacen ritos... Pero lo que uno siente es íntimo, es propio. Los demás también han perdido. Todos los que tenían vínculos significativos con la persona están en situación de duelo; pero el mío es mío. Puede que hasta sienta que nadie puede experimentarlo con tanta intensidad como yo, porque sólo yo sé bien lo que significaba para mí y lo que significa la pérdida. Más que saberlo, la siento muy personalmente.

Decimos que esto es un proceso. Lo comprendemos. Intentamos ayudarnos recíprocamente. A veces hasta nos dejamos ayudar para que el otro se sienta útil. En ocasiones, aun con buena intención, hace más daño que si estuviera callado y no hiciera nada.

La pérdida genera el duelo. Abre el proceso. Lo abre si fue anunciada, si hubo posibilidad de empezar a prever y sentir que se acercaba. Es un trauma, es una ruptura. Necesita tiempo. Pero esta argumentación no alivia la pena, no anula la pérdida. Y no es tiempo para olvidar lo que hace falta, sino para atravesar el dolor, para elaborar el significado o, mejor, para significar lo que ha ha pasado y lo que experimentamos.

Todo queda tocado por la pérdida. El cuerpo se resiente. El cuerpo habla. La cabeza va por su lado. Hacemos cosas que pensamos que pueden ser raras. Sentimos lo que nos parece que podría no ser normal. Tememos volvernos locos, haber perdido el sentido.

Benedetti se expresa así:

-------"El dolor es una
-------desértica provincia
-------donde no cabe
-------nadie más.
-------Hemos perdido.
-------Nos duele.
-------Estamos en duelo.
-------Amábamos y amamos".

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ORACIÓN

Señor, Tú eres el que queda cuando todos se van
y Tú, Señor, sabes lo que echo en falta,
el hueco que siento en mi corazón, 
el vacío que me ha dejado su ausencia, 
lo que suponía para mí su presencia en mi vida.
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-del libro:




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-de Twitter:

"amamos a un ser mortal como si fuera inmortal...".


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