jueves, 17 de septiembre de 2020

Y cada día una poesía.

 -sigo con el libro "LA PALABRA DESENCADENADA", creer en tiempos de pandemia-


SOLO SÉ CÓMO SE LLAMA de Gabriela Mistral


Que si nació hoy, que si nació ayer, que si nació aquí, que si nació allá. 

Que si murió a los 33, que si murió a los 36, que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.

Que si eran reyes, que si eran magos.

Que si tenía hermanos, que si no tenía.

Que dónde está, que cuando vuelve.


YO LO ÚNICO QUE SÉ...

A mi me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.

Me enseñó a sonreír y agradecer por las pequeñas cosas.

Me enseñó a llorar con fuerzas y dejar ir.

Me enseñó a despertarme saludando al sol y a acostarme con la cabeza tranquila. A caminar muy lento y muy descalza. 

Me enseñó a abrazar a todos y a abrazarme a mi. Me enseñó mucho, me enseñó todo.

Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien tengo al  lado y a darle la mano.

Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo, a manera de mensajes y que para escucharlo tengo que tener abierto el corazón.

Me enseñó que un gracias y un perdón lo pueden cambiar todo. 

Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.

Me enseñó cuanto me ama a través de 1000 detalles.

Me enseñó que los milagros sí existen.

Me enseñó que si yo no perdono soy yo quien se queda prisionera; y que para perdonar, primero tengo que perdonarme.

Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien, pero que actúe bien a pesar de todo.

Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia.

Me enseñó a buscarlo dentro y no afuera.

Me deja que me aleje sin enojarse. Que salga a conocer la vida. A equivocarme y a aprender. Y me sigue cuidando y esperando.

Hasta me dejó aprender de otros maestros sin ponerse celoso; porque es de necios no escuchar a todo el que hable de amor.

Me enseñó que solo estoy aquí por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño. Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor y en compartir su luz conociendo mi sombra.

Que disfrute, que ría, que valore, y que El siempre va a estar en mí... 

Que, aunque dude y tenga miedo, confíe, ya que esa es la fe, confiar en El a pesar de mí...

Se llama Jesús.

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