sábado, 25 de septiembre de 2021

UNA POESÍA PARA UN AMIGO.

 Elejía a Ramón Sijé de  Miguel Hernández.

(en Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercoleas, 

compañero del alma, tan temprano.

*

Alimentando lluvias, caracoles 

y órganos mi dolor sin instrumento, 

a las desalentadas amapolas 

daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado 

que por doler me duele hasta el aliento.

*

Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida, 

un empujón brutal te ha derribado.

*

No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos 

y siento más tu muerte que mi vida.

*

Ando sobre rastrojos de difuntos, 

y sin calor de nadie y sin consuelo 

voy de mi corazón a mis asuntos.

*

Temprano levantó la muerte el vuelo, 

temprano madrugó la madrugada, 

temprano estás rodando por el suelo.

*

No perdono a la muerte enamorada, 

no perdono a la vida desatenta, 

no perdono a la tierra ni a la nada. 

*

En mis manos levanto una tormenta 

de piedras, rayos y hachas estridentes 

sedienta de catástrofe y hambrienta. 

*

Quiero escarbar la tierra con los dientes, 

quiero apartar la tierra parte a parte 

a dentelladas secas y calientes.

*

Quiero minar la tierra hasta encontrarte 

y besarte la noble calavera 

y desamordazarte y regresarte.

*

Volverás a mi huerto y a mi higuera: 

por los altos andamios de mis flores 

pajareará tu alma colmenera 

de angelicales ceras y labores. 

Volverás al arrullo de de las rejas 

de los enamorados labradores. 

*

Alegrarás la sombra de mis cejas, 

y tu sangre se irá a cada lado 

disputando tu novia y las abejas. 

*

Tu corazón, ya terciopelo ajado, 

llama a un campo de almendras espumosas 

mi avariciosa voz de enamorado. 

A las aladas almas de las rosas 

del almendro de nata te requiebro, 

que tenemos que hablar de muchas cosas, 

compañero del alma, compañero.

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Ramón Sijé: escritor, periodista y abogado murió muy joven en la Nochebuena de 1935. Miguel Hernández le dedica esta elegía llena de dolor y amargura.

Según testimonio del hermano del poeta, Sijé y Hernández habían hecho un pacto: si uno de los dos moría, el otro enterraría su cuerpo. Cuando Hernández llegó a Orihuela tras enterarse  de la muerte de su amigo, este ya había sido enterrado...

***

AMISTAD, que extraordinario sentimiento. Pero qué difícil.

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