Me habían educado para que hablase poco. Mi madre solía repetirme: "bendita la palabra que se queda sin decir" o "las palabras son como las cerezas..." o aquello de que "somos dueños de nuestros silencios pero no de las palbras que ya hemos dicho". Pues a pesar de todo eso yo hablo sin parar, antes no hablaba tanto, pero fue jubilarme ...y hablo, hablo, hablo... Mi marido me mira con asombro, ya he dicho que yo no era demasiado habladora antes,, y me dice "."yo te comprendo, desde los 17 años hablando cinco horas seguidas todos los días pues ahora tienes que hablar con nosotros" . Cuando salgo de casa, me digo a mi misma: "María José no tienes que hablar" , sin embargo en cuanto me descuido ya estoy dando una conferencia.. Estoy preocupada; ví en la librería de las Paulinas un libro pequeño, casi un folleto: QUÉ ES EL SILENCIO y lo compré... *** Voces del silencio -dijo Marísa en medio de tanto ruído: No puedo más, necesit...