EL AGUINALDO NAVIDEÑO por Teodoro Llorente. El aguinaldo menudo degeneró mucho en los últimos tiempos. Todo el mundo se creía con derecho a solicitarlo: hasta el campanero de la parroquia y el barrendero de la calle... El timbre de la puerta no tenía un momento de reposo en vísperas de Navidad. Hubo que rebajar la cuota del aguinaldo, pasando de la plata a la calderilla. De todos los solicitantes a un par de pesetas, que era lo que solía darse cuando el número de ellos era razonable, y por lo tanto muy reducido, los clásicos eran el cartero y el sereno. Pero estos funcionarios no se limitaban a entregar la tarjeta de "Felicita a usted las Pascuas", sino que agudizaban el ingenio u obligaban a que lo agudizase algún amigo, y "formulaban" en verso su petición, sobre una litografía de brillantes colores en que aparecía un sereno o un cartero en funciones y en momentos de lo más "sensacionales": el cartero, asediado por los vecinos de toda una calle, impacien...