Si pudiera detener el tiempo, lo haría y ahora, viendo atardecer; me gustaría agarrar el sol y repartir sus rayos por todos los lugares de la tierra, para que iluminara a los solos, a los abatidos, a los excluidos, a los que caminan sin esperanza, a los enfermos, a los hambrientos, a los tratados con injusticia... Que ese brillo naranja y plateado, reflejo de los cabellos de Dios, actuara como un big-bang de esperanzas y de sueños, sabiendo que otro mundo es posible. Abriendo los ojos del corazón, orando en silencio, respirando con un único aliento. Si tuviera una varita mágica... -eso decíamos ayer y hoy y mañana.