Señor, quiero formar unos hijos valientes y decididos. Dame, Señor, unos hijos humildes, sencillos y conscientes de que sin Ti nada son. Que sepan oir consejos, que no les cueste descubrir sus fallos, que acepten sugerencias; que sepan que nunca van a ser poseedores de toda la verdad y que, por eso, muchas veces deberán pedir perdón. Unos hijos, Señor, que sean honrados, eficientes. Que aspiren a ser libres; que jamás callen ante las injusticias; que jamás, por defender sus intereses, pasen por encima de los derechos de los demás; y que por amor estén siempre dispuestos a perdonar. Quiero unos hijos honestos en el manejo de los bienes propios y ajenos: que elijan padecer la pobreza antes de hacer mal uso de lo que no les pertenece. Unos hijos con mentalidad de adultos, pero con ojos y corazón de niños; abiertos a las ideas y a tiempos nuevos, nunca acomodados; siempre inquietos. Que encuentren la alegría en las cosas sencillas de la vida y que sepan mantener su espíritu en alto a...