sábado, 17 de julio de 2021

DOS LIBROS DE Laetitia Colombani.

Acabo de leer de un tirón : La trenza y Las vencedoras de L. Colombani.

LA TRENZA, me ha gustado muchísimo.

LAS VENCEDORAS, me ha gustado pero menos. Sin embargo tenía una poesía que os voy a copiar. No es de L. C. , su autora es una monja anónima del convento de las Hijas de la Cruz, siglo XIX.

El suelo está helado. /Es lo que  el mundo para habitarlo mejor me viene a la mente mientras aguardo/con los brazos en cruz y la frente en la piedra./ Hoy elijo este lugar como morada eterna. / Pronuncio mis votos perpetuos. Es mi elección./ Entre estas paredes pasaré toda la vida. / He querido abandonar el mundo para habitarlo mejor./ Estoy lejos de él y, al mismo tiempo, en su corazón.

Me siento mejor aquí que en las animadas calles que me rodean./ En este claustro, donde se ha detenido el tiempo,/ cierro los ojos y rezo.

Rezo por quienes necesitan que lo haga, / por aquellos a quienes la vida ha herido, / maltratado, dejado en la cuneta. / Rezo por quienes pasan hambre y frío, / por quienes han perdido la esperanza y las ganas. / Rezo por quienes ya no tienen nada.

Mi plegaria se eleva entre las piedras/ en el jardín, en el huerto, / en esta capilla, helada en invierno, / en mi celda diminuta.

Vosotras, que pasáis por este mundo, / seguid con vuestros cantos y vuestras rondas./ Yo estoy aquí, / en el silencio y las sombras, / y rezo para que, en medio de la agitación y el ruido, / si llegarais a caer, Dios no lo quiera, / una mano suave y fuerte hacia vosotros se extienda, / una mano amiga. / que os coja y os levante / y os devuelva sin juzgaros / al gran torbellino de la vida, / en el que seguiréis danzando. 

***

Ha llegado el momento de partir, / de puntillas, sin hacer ruido. / No me llevo nada conmigo. / No he hecho nada aquí abajo, / no he traído nada al mundo, / no he construido ni he producido, / tampoco he engendrado.

Mi vida solo ha sido una chispa breve y anónima / como tantas otras, olvidadas por la Historia. / Una llama minúscula y ridícula. / Pero no importa. Aquí estoy, íntegra, / en la oración que mis labios respiran. 

Vosotras, las que vendréis detrás, / seguid luchando, / seguid danzando, / y no os olvidéis de dar. / Dad vuestro tiempo, / dad vuestro dinero, / dad lo que poseáis, / y lo que no tengáis.

Cuando suene vuestra hora, / alzaréis hacia cielos desconocidos / y os sentiréis más ligeras.

Porque en verdad os digo: lo que no se dé se habrá perdido.


Y sonreid...

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