martes, 24 de octubre de 2023

REFLEXIONES DE UN OCTOGENARIO: André Maurois.

 

-creo que no lo podréis leer, lo copio con mucho gusto-

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CUANDO ANDRÉ  MAUROIS CUMPLIÓ OCHENTA AÑOS DE EDAD, ESCRIBIÓ ESTAS REFLEXIONES QUE REPRODUCIMOS HOY COMO UN ADECUADO TRIBUTO A LA MEMORIA DEL EMINENTE ESCRITOR FALLECIDO EN 1967.

"¡Tener ochenta años!. una gran edad, que nunca esperé alcanzar, a los dieciocho años, fui rechazado para el servicio militar. -no podemos admitirle-, dijo el médico, -porque usted es demasiado débil-. Pero yo insistí y finalmente me aceptó, pero no sin horrendas predicciones de ruina. Mas, como tantos otros hombres frágiles, perduré. ¿Por qué?. En parte, creo que porque he llevado una vida de constante trabajo y severa disciplina. Sobre todo, pienso que porque mi maestro, Alain, me enseñó el deber de ser feliz. Yo he sufrido duros golpes en mi vida, como todo el mundo; pero recordé olvidarlos. El buen humor me ha mantenido en buena salud. 

Empero, a los ochenta años estoy comenzando a sentir la fatiga de una larga vida. El trabajo intelectual todavía es placentero y poco pesado para mi. Mi último libro recibió los mejores juicios críticos de mi carrera. Pero el cuerpo está mostrando señales de desgaste. Yo acostumbraba a hacer largas caminatas; ahora me cansa caminar. Antes me gustaban las conversaciones y todavía gozo de ellas con un pequeño grupo de amigos, pero si se reúne mucha gente y se coloca a cierta distancia, oigo mal. Pronunciar un discurso o realizar una entrevista de prensa fue antes un juego placentero para mí; ahora es un cansado esfuerzo. En resumen, ha llegado la hora del declive. Debo ceñirme el cinturón del asiento y apretar los frenos.

Alguien me ha preguntado: -Hablando en general, ¿le ha dado la vida todo lo que usted esperaba?- . He aquí mi respuesta: -La vida me ha dado mucho más de lo que yo esperaba. Cuando, de joven estudiante, comencé a pensar vagamente en la carrera de escritor, ciertamente no podía imaginarme la larga serie de volúmenes que escribiría, que llenarían todo un estante de mi biblioteca, y mucho menos que un día mis obras serían traducidas a muchos otros idiomas. ¿Cómo puedo quejarme?. Hubo momentos difíciles. Conocí a algunas personas maliciosas y a otras envidiosas, naturalmente; pero también a cuántos amigos leales. ¡Oh, mis amigos tan solícitos y fieles, cuando os cuento con estimación, me siento muy orgulloso!. ¡Es tan satisfactorio ser elegido por aquellos  que hemos elegido a nuestra vez!.

Otra persona me dijo: -¿Por qué continúa trabajando? ¿Por qué se busca tantas preocupaciones?. Sea lo que sea lo que haga de ahora en adelante, no cambiará nada-. Esto es probablemente cierto, pero después del amor y de la amistad, escribir es la mayor alegría de mi vida. A pesar de mi edad, todavía estoy haciendo planes. Me gustaría escribir mis MEMORIAS, cuyo comienzo he bosquejado. Me gustaría volver a crear los caracteres de mis novelas en una serie de cuentos y mostrarlos como serían treinta años más tarde. Me gustaría componer un corto tratado sobre las acciones. Me gustaría..., pero sería interminable y mis cuadernos de apuntes contienen listas de proyectos que requerirían cien años...

Sé que muchos de ellos nunca verán la luz y que uno de esos libros quedará inconcluso , interrumpido en su momento más bello por la desaparición del autor. Pero ¿qué importa?. No es necesario, para comenzar, estar seguro de que la obra  será terminada. El gozo es concebirla y comenzarla. ¡Felizmente!. Porque un joven no tiene mayores garantía que un viejo de que terminará su novela. Y si un día no tengo ya la fuerza o el deseo de crear una nueva obra, siempre podré recurrir a la corrección de las que existen y a releer a los grandes maestros que me han ayudado a vislumbrar la vida y la naturaleza. Porque tengo tantos amigos entre los muertos como entre los vivos...

Una última pregunta se me ha hecho: -¿Tiene usted miedo a la muerte?-. La de aquellos a quienes he amado me parece el más triste de los infortunios. Pero la mía propia... La muerte no es un pensamiento. Imaginarse la propia muerte sería como ver, al mismo tiempo, un mundo donde ya uno no está y uno está ala vez contemplándolo. Y esto es imposible. - Empero, dice, uno tiene que morir-. Yo contesto:-Lo importante no es morir, sino vivir hasta el final mismo-. Morirse es, literalmente, llegar a puerto y entonces , más que nunca, el piloto debe estar en control."

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Magnífico ANDRÉ MAUROIS, como siempre. Gracias.   

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