"Por aquellos días salió un decreto de la Generalitat de Catalunya diciendo que por fin habían recibido del Gobierno de Madrid autorización para conceder papeles a todos los inmigrantes que cumplieran determinadas condiciones de años en el país, contrato de trabajo, etc... y que el plazo para entregarlos concluía a finales de diciembre. Muchos inmigrantes se pusieron en camino hacia Barcelona, abarrotando el Euromed, los AVE y las autopistas. Desde un pueblecito innominado cercano a la gran urbe, y en un tren de cercanías, subió también Joseph, un inmigrante de Alepo, con su esposa, Myriam, que estaba en cinta. La gestión de los papeles duró tanto tiempo que, cuando por fin los tuvieron, era ya muy tarde y no había trenes para regresar a aquel pueblo miserable. Recorrieron todas las pensiones baratas de Barcelona sin encontrar lugar en ninguna. Algunas familias les ofrecieron una habitación en su piso, pero a unos precios abusivos, inasequibles para la pareja. Al final, tra...