No quería contároslo, pero al final lo hago (pienso que soy un poco "bocazas" ¡qué le vamos a hacer!).
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Pues ahí va la confidencia: el pasado martes cumplí 70 años, sí 70, un siete y un cero... ¿qué os parece?, ni uno más ni uno menos, pues nací en el año 1940; que siempre me ha parecido un año bonito.
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Ya instalada en esa edad, pienso que tiene sus ventajas:
-creo que haga lo que haga ya no me pueden meter en la "cárcel", creo que puedo hasta "atracar un banco", puedo decir todo lo que "pienso de los políticos", y más cosas...
-me queda poco de vida, y eso es bueno (¡ya está bien!).
-puedo cruzar los semáforos en rojo.
-puedo conducir a la velocidad que quiera
- ¿qué más puedo hacer que no podeis hacer vosotros con impunidad?... no se me ocurre nada más, pero si se me ocurre os lo contaré.
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Estando sumida en estas reflexiones, me llamó mi hija.
Mi hija tiene el don de "colocarme" las ideas en el sitio adecuado y en alejar de mi cabeza "los negros nubarrones". Desde el día que enseñándole una foto de un niño llorando y sólo, le pregunté: dime Desi, ¿donde está Dios...? y me contestó casi sin pensar: mamá Dios está con el que sufre; desde ese día le hago mucho caso (a veces los hijos son más maduros que los padres).
Así que decidí seguir viviendo, aunque con más calma, pues tengo poco tiempo y me quedan muchas cosa por hacer:
-leer, me quedan tantos libros por leer....
-ir, con más frecuencia, a ver el mar.
-pasear por la arena de la playa.
-cuidar a mi gente.
-estar más rato en la piscina, nadar más.
-escribir.
-rezar.
-hacer compañía a mis amigos ancianos, bueno y a los jóvenes tambien, cuando me necesiten.
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Con más calma, ¿he dicho antes con más calma?, me parece que no cuadra; aunque hay un refrán que dice: "vísteme despacio, que tengo prisa".
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Adios.
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