lunes, 1 de julio de 2013

LA CANCIÓN DE LAS CIUDADES. "Cracovia, 86"...

-selección de VIAJES, la autora de este relato es Matilde Sánchez-
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"Así fue como llegamos a Polonia...
Cracovia. Es la única ciudad polaca que había quedado intacta durante la guerra.
Allí no habían empezado ni la primavera ni el deshielo.
Nos gustaba pasar largo rato en la plaza vieja mirando a las mujeres, que arrastraban a sus bebés arropados en trineos de madera; o simplemente mirando a los polacos, con su delirio por los helados. Eran capaces de hacer cola frente a los precarios carritos incluso bajo la nevada, con tal de conseguir su vaso de lodi....
En el castillo K podíamos comer y beber todo lo que nos viniera en gana por la suma de diez marcos. Era el mejor restaurant de la ciudad y se vendía  como el ombligo  de la historia cracoviense, el escenario de armisticios y célebres banquetes de los ducados medievales...
Nuestro domingo en Cracovia lo pasamos oyendo misa en la catedral de Stare Miasto, donde una multitud vivaba los ardientes sermones terrenales. Los curas polacos parecen tenores, observó Johanna, a quien las manifestaciones católicas siempre le parecían de lo más aparatosas.
Walesa gozaba por entonces de un gran prestigio...poco después llegaría al absurdo de pretender abrir un convento en Auschwitz...
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-a 60 ó 40 km. de Cracovia está Auschwitz- 
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Como todos saben, y se ha visto cientos de veces, para acceder a Auschwitz es necesario pasar debajo de un gran cartel de hierro que va de un lado al otro de la barrera, donde se lee Arbeit macht frei,...
Johanna, sabía muy bien toda la historia por haber estudiado la Segunda Guerra...
-las tierras de Auschwitz son propiedad privada, nos contó, todo pertenece a Zypora Frank, una judia de Chrzanov. Ella consiguió escapar con su familia en el 39. Muchos años después regresó al pueblo a reclamar sus tierras pero encontró todo más o menos igual y el campo de concentración bajo llave, de manera que volvió a partir. El pueblo no ha vuelto a saber de ella. Auschwitz-Birkenau fue levantado sobre los fondos de la fábrica de tejas de su abuelo.-
Esa noche, ya de vuelta vomitamos las albóndigas que habíamos comido, en las vías del tren..."
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Hasta aquí el relato de Matilde Sánchez.
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Ahora cuento yo mis impresiones:
Estuve en Polonia hace algunos años, pocos, en el viaje anual de UNAE.
Fue un viaje muy pesado, pues recorrimos todo el pais en pocos días.
Cada noche cambiábamos de ciudad y de hotel, con el consiguiente lío de sacar cosas de la maleta y volverlas a meter.
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Lo que más me impresionó fue el inmenso amor que tienen a su patria: somos polacos, decían con orgullo y el enorme respeto que sentían hacia su bandera. Yo venía de un país donde nadie quería ser español y donde, si hubiera puesto su bandera en el jardín de mi casa, me hubieran llamado facha (España aún no había ganado los mundiales de fútbol. Ahora después de ser campeona parece que se ha arreglado el asunto de la bandera. ¡Qué cosas!. Lo que puede hacer el fútbol).
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Tengo más recuerdos malos que buenos. Pero pienso que el pais o la ciudad que nos acoge, es digna de nuestro respeto...
Todos amamos el lugar donde nacimos. A mi me duele cuando hablan mal de Valencia, sobre todo si lo hacen personas de otras ciudades con las que he compartido pan, trabajo... y con las que he respirado el mismo aire y a las que he tomado cariño.
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Pilar, hasta pronto.
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