sábado, 18 de agosto de 2012

capítulo primero: LA CARRETERA A GOOD COUNSET HILL. del libro "678 MONJAS Y UN CIENTÍFICO"

-prosigo: el doctor Snowdon tiene trazado su plan de trabajo, pero necesita el permiso de las monjas para realizarlo...- 
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"Una mañana de la primavera de 1986, cuando la nieve acumulada en la región central de Estados Unidos comenzaba a derretirse y el cambio de estación alentaba el nacimiento de nuevas ideas, estaba sentado en la sala de visitas de un convento de St. Paul, en Minnesota, con un proyecto que tenía en la mente.
Había ido para reunirme con la hermana Carmen Burg, quien me ayudaría a materializarlo o me desearía buena suerte y se despediría de mí...
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La hermana Carmen había sido elegida superiora de una de las mayores congregaciones de monjas católicas de Minessota, la Escuela de las Hermanas de Notre Dame.
Unas doscientas monjas vivían en el convento Good Counsel Hill, en Mankato...
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Me había puesto en contacto con la hermana Carmen para proponerle un proyecto de investigación en el que participarían las monjas. Temía que se hubiera ofrecido a reunirse conmigo allí y no en Mantako, para que el rechazo resultara menos incómodo...
La nerviosa espera llegó a su fin cuando una mujer baja y sonriente entró en la sala de visitas y me tendió la mano.... Después de charlar unos minutos, fue directa al grano.
-Sabe, doctor Snowdon, me encanta ser monja. Las hermanas son tan humanas como el que más. Lo que me pregunto es ¿por qué motivo quiere estudiar a las monjas?.

Escuchó atentamente... Le expliqué que los grupos religiosos conservan extensas listas de sus miembros y archivos históricos, por lo que resultan idóneos para los estudios epidemiológicos. Además, sus miembros solían tener estilos de vida similares, lo que permitía a los investigadores establecer comparaciones sólidas de factores relacionados con la enfermedad o la salud...
-Espero que el estudio de las hermanas de Notre Dame ofrezca pistas importantes sobre el envejecimiento y la enfermedad, dije, quisiera aumentar nuestros conocimientos y ayudar a que la gente viva más y mejor.
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La hermana Carmen pareció alegrarse....permaneció sentada en silencio durante unos instantes....
-Le daré el visto bueno a su propuesta, pero escuche con atención lo que le voy a decir. Haga lo que haga, quiero que no olvide quienes son esas mujeres. Son personas de verdad. Muy queridas. También son personas santas. No quiero que las trate como sujetos de una investigación. Tiene que conocerlas, y comprender que muchas de las hermanas mayores fueron maestras o mentoras de las más jóvenes, y las tratamos con el cariño y respeto que se merecen. Es lo mínimo que esperamos de usted.
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Las palabras de la hermana Carmen me sorprendieron... A todos los investigadores se nos enseña que la objetividad científica depende de que se mantenga la distancia con respecto a las personas estudiadas. No tenía ni idea de cómo satisfaría su petición, por lo que me limité a decir.
-Me esforzaré para que así sea.
La hermana Carmen se despidió con un consejo.
-Le abrirán su corazón, pero sólo si primero pone de su parte".
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Dos semanas después de este encuentro, el doctor inició su trabajo.
La hermana Rita Schwalbe, administradora del convento le presentó a las más de cien hermanas que habían decidido colaborar en la investigación...
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"Me acribillaron a preguntas; estuve seguro de que me enseñarían mucho sobre como envejecer con dignidad.
Yo quería cumplir la promesa hecha a la hermana Carmen y conocer bien a las hermanas... pero había crecido sin abuelos y no sabía muy bien qué debía esperar...".
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"Me asignaron un despacho que pertenecía a la archivista del convento de Mankato, la hermana Marjorie Myers. Me presenté y luego le pregunté por la sala contigua....allí se guardaban los archivos históricos del convento y se ofreció a mostrarme la sala; en ella había varias hileras de archivadores viejos, con los cajones perfectamente ordenados que contenían listas de la hermanas que habían hecho sus votos, expedientes académicos, fotografías, autobiofrafías, relaciones de los fallecimientos y otros informes que describían las vidas de las hermanas desde la infancia a la ancianidad.
Para un epidemiólogo, un hallazgo así es como si un arqueólogo descubriera un sepulcro intacto....".
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No había encontrado cobre en Mankato. Había encontrado ORO.
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