sábado, 24 de agosto de 2024

Y PUDIMOS VOLAR, A PESAR DE LA DANA, A PESAR DE TODO.


 -Yo llevaba dos libros de cuentos, que os los iré contando. Empiezo por una selección de sus contraportadas.

 Dios hizo seres humanos porque le gustan los cuentos, dijo el rabino Nachman. Y nosotros, que estamos hechos a imagen de Dios, también nos gustan los cuentos.

Un buen cuento es un tesoro, puede conmovernos hasta lo más profundo. La tradición judía enseña que la distancia más corta entre un ser humano y Dios es a través de un relato.

Hay cuentos que enseñan y hay cuentos que divierten, otros son historias que se guardarán en el corazón. Mi padre que murió muy joven me contaba el cuento "el decimotercero", que me gustaría recordarlo entero...también me llevó al Museo Pio V y me enseñó el cuadro "amor de madre", ese lo recuerdo entero.

Y va el primer cuento:

Humildad

"Dijo el discípulo al maestro: Quiero causar buena impresión a la gente.¿Qué debo hacer para lograrlo. y el maestro respondió: Si me hubieran preguntado en los primeros años de mi búsqueda espiritual qué quería que la gente dijera positivamente de mí, habría respondido: Que digan que soy un hombre santo. Años más tarde habría respondido : Que digan que soy un hombre que ama. Y ahora me gustaría  que la gente dijera de mi. ES UN HOMBRE LIBRE.

La primera vez que lo vi fue en los ojos de un anciano monje que había sido reverenciado como maestro; pero sobre todo, era reconocido por la profundidad de sus reflexiones y el alcance de su visión. Había escrito un libro que había sido traducido a seis idiomas. ¿Quien era aquel hombre?, me pregunté.

Y resultó que una noche , en una conferencia, me encontré sentado a su lado en la mesa del comedor. -Hábleme de su libro- le dije. Él  esbozó una sonrisa burlona. -¿-Qué quiere saber de él?- replicó. -Bueno he oído que ha sido traducido a seis idiomas...-. -Oh sí- me dijo él. -He logrado el premio de las librerías religiosas y he vendido doscientos ochenta ejemplares- .Y entonces echó hacia atrás la cabeza y estalló en sonoras y prolongadas carcajadas. No podía importarle menos. Sencillamente hacía lo que hacía porque pensaba que debía hacerlo.

Toda mi vida tendré presente aquella risa. Fue tan liberadora...

Ese es el tipo de libertad -libertad del yo, libertad al fin- que cambia las cosas. Y es un don, una gracia de considerables proporciones. Por desgracia, es también demasiado poco valorada; y por eso, tanto yo como el mundo estamos encadenados.

***

PARA PENSAR.

 





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